
El Último Gran Producto Masivo
Hace muchos años, antes de la adicción a TikTok, del trauma colectivo que provocó, de la pandemia y de la nueva crisis de identidad que enfrentamos con la inteligencia artificial, nos unimos como sociedad para ver, semana tras semana, una serie que nos conmovió y emocionó durante un periodo de ocho años.
Fue el último gran producto masivo que experimentamos a nivel mundial en la década pasada. Durante sus ocho temporadas, nos regaló momentos inolvidables: la Boda Roja, la Batalla de los Bastardos, el brutal asesinato de la Víbora Roja (Por ser un estúpido que fanfarroneo antes de tiempo),
la muerte del rey Joffrey Baratheon... Grandes eventos que nos guiaban a través de una narrativa épica que, al final, no logró cumplir del todo con las expectativas de sus fanáticos. Tal vez por problemas de producción o quizá por una expectativa desmedida, pero el desenlace no estuvo a la altura.
El Poder y la Inmadurez
El momento que nos ocupa ahora es: la muerte del rey Joffrey. Un personaje odiado por muchos, detestado categóricamente por otros. Con el tiempo, he llegado a entender por qué era tan detestable: no se le puede dar tanto poder a un adolescente y esperar que sea una buena persona. Aun así, siendo un adulto de 31 años, sería bastante inmaduro de mi parte seguir guardándole rencor a un muchacho ficticio.
La Búsqueda de Identidad
Tras la muerte de ese pedazo de caca (porque no hay otra forma de describirlo), el siguiente en la línea de sucesión fue su hermano menor, Tommen. En un capítulo titulado “El primero de su nombre“, comenzó su arco narrativo. Tommen, bastante perdido en el nuevo rol que debía asumir, trató de hacerlo lo mejor posible, buscando dar sentido a su identidad pese a su poca preparación.
Esa situación me dejó completamente identificado. Una de las lecciones más importantes que aprendemos con el tiempo es que enfrentar los desafíos con la actitud correcta es esencial para el día a día. Prepararse para lo inesperado es, probablemente, la forma más sencilla de mantener los engranajes de la vida en movimiento.
Dándole Significado a Mi Nombre
Mi nombre, “Theryhus”, a diferencia de los grandiosos títulos de la realeza de Poniente, llegó a mí sin un significado preestablecido. Mientras Tommen heredó el peso de generaciones de Baratheon (o al menos eso creía él), yo enfrento el desafío opuesto: un lienzo en blanco que, aunque aterrador, me ofrece la libertad de definir mi propia historia.
Entonces no lo negaré la carga de ser quien le tuviera que dar significado, me da mucho miedo, sobre todo porque aun en este punto de mi vida y me da pena confesarlo, estoy inseguro sobre cuál es la dirección en la que tomar, parece tan claro para muchos, pero para mí es abrumador, tan solo quisiera contar historias, pero no sé a quién tampoco sé como, básicamente este mismo texto es como sembrar una semilla sin saber qué árbol crecerá de allí, pero al menos hacer algo es reconfortante
Poco a poco encuentro mi voz y me siento liberado. Ya no me agobio comparándome con los demás. Siento que avanzo a mi propio ritmo.
Resignificación: Decidiendo el Significado de Mi Nombre
Definirme no es fácil, pero entre mis rasgos principales está mi amor por las historias y por enseñar.
Me parece maravilloso tener la oportunidad de darle significado a mi nombre, y todavía no sé cuál es el texto que se ponga en mí lapida cuando me muera
Pero hoy elijo avanzar, soy el primero de mi nombre y decido que no caeré por una ventana como una solución rápida a mis problemas de hoy .
En cambio, usaré esta experiencia con la depresión para ayudar a otros cuando salga de este hoyo de traumas y fango en el que me encuentro. Mi meta en la vida es crear un mundo más feliz que el que encontré cuando llegué al planeta en junio de 1993
Y tú, ¿cómo eliges resignificar tu nombre?